Michael Ferris Jr. Sculptures








Q: Are We Not Men? A: We Are Devo!

DEVO en su faceta más punk, demostrandonos que ya hace décadas que están en le futuro.
Disco absolutamente perfecto.


Track List

1. Uncontrollable Urge - 3:10
2. (I Can't Get No) Satisfaction - 2:40
3. Praying Hands - 2:48
4. Space Junk - 2:14
5. Mongoloid - 3:44
6. Jocko Homo - 3:39
7. Too Much Paranoias - 1:57
8. Gut Feeling/Slap Your Mammy - 4:57
9. Come Back Jonee - 3:48
10. Sloppy (I Saw My Baby Gettin') - 2:40
11. Shrivel Up - 3:03



Baja Baja






Kinsey Visual








Unknown Pleasures (1979)





Han pasado ya 20 años desde que Joy Division nos entrego su primer disco.
Y el tiempo no pasa por él.

Total y absolutamente recomendable.

Track list:

1. Disorder
2. Day Of The Lords
3. Candidate
4. Insight
5. New Dawn Fades
6. She's Lost Control
7. Shadowplay
8. Wilderness
9. Interzone
10. I Remember Nothing



Baja Baja



Idiot drugstore


"This city never sleeps gos everybody's sniffing coke"

La primera vez que vi a Samantha estaba sentada en mi sofá sin saber que hacer.

Había llegado ahí tras un festivo viaje a Buenos Aires con algunos de mis amigos. Claro, mis ingresos se reducían a lo que pagaban las escuetas redacciones de los pasquines locales, por lo que ni pensar en moverse, menos fuera de esta ancla a la que llaman Chile. Aparte prefería gastar mi dinero en drogas. Y como lo prefería.

Esa noche organice una borrachera en mi casa, a ver si alguno de mis idiotas amigos se dignaba a traer una botella de calidad entre las manos, o algo que me noqueara. Y así fue. A estos niños bien les enseñan desde pequeños que deben entrar por la puerta del frente y con las manos llenas. Bourbon, algo de tequila, y botellas apellidadas Sour pagaban la cuota de inscripción. Al menos eso pensé cuando dejé mi Steinbeck por abrir la puerta. Ya estaba algo borracho cuando llegaron.

Una cofradía de gringos hiperventilados llenó la pequeña sala de mi loft a pie de cerro hasta volverla una pequeña ONU. Creo que exagero cuando digo que iban desde suecos hasta coreanos, ya que solo había una sueca y un coreano. El resto lo completaba una amplia variedad de la más selecta estupidez del sueño americano.

Lo primero que pensé al verla fue que mierda hacia con esta tropa de imbéciles. Pero no me anime decírselo. Mi vaso de jacky sin hielo me entretenía la conciencia mientras esperaba que las benzodiacepinas hicieran lo suyo.

Había llegado con un tal George, un paliducho de Carlso City que insistía con lo de que a todas las argentinas se les notaba el “camel toe”. Era un tremendo hijo de puta, pero había traído el whiskey y una bella chica, y eso en mi mundo le daba la libertad de hablar de la vagina de mi madre si se le apetecía. Creo que era su novia… Pero estaba sentada en mi sofá.

Rellene nuevamente mi vaso. Debe haber sido el noveno shot de jacky doble de la noche. Y llené otro. Me acerque tambaléate con los dos vasos en las manos y un inglés de colegio público entre las fauces, que ha esta altura del bourbon parecía que lo había aprendido de la mismísima puta reina de Inglaterra.

Solo pude decir lo que clonazepam, acampado en mi parietal, me permitía articular -No te parece una real mierda la música que estos gueones han puesto- a lo que ella respondió con una sonrisita de esas perfectas. De princesa yankie en su sweet sixteen. Como si toda la vida la hubiese practicado para mostrársela a algún puto latino borracho. No, más bien era como esas sonrisas que se le da al jardinero cuando no para de hablar de cómo afecta las heladas a los crisantemos. O sobre su mujer.

Obviamente no había entendido verga lo que le decía. Y no le iba a ir con eso de cómo te llamas, que es realmente para imbéciles.

Me senté incómodamente a su lado. Los chicos se motivaban con pope, mientras yo intentaba sacarle una palabra. No fue necesario. Me miro de reojo y dijo – I’m Samantha- a lo que respondí - I Samantha, do you like sniff cocaine??

Y a la mierda los pasajes.

Le dí la mejor cocaína que ese culo hawaiano había probado. La había comprado el día anterior a un tipo que la guardaba en su muleta. No sé si ese bastardo había quedado cojo tanto jalarla, el hecho es que tenía a una linda chica rubia esnifando esa dulzura de mi pierna. La tome de la mano mientras su nariz se reponía de la experiencia, acerque mis labios a su boca y la besé. Y no se negó.

Fue entonces cuando una botella reventó en la muralla. Había sido el cretino de George que reclamaba a su chica, pero el muy imbécil no considero que había cometido dos errores de la puta madre: retarme a golpes y desperdiciar media botella de bourbon en el intento. Ese yankie de segunda no sabía lo que un hombre con benzodiacepina y cocaína en su sistema era capaz de hacer. Y se lo demostré. Antes de que dijeran agua va, ya estaba sobre puto gringo atizándole la mollera. Fue perfecto.

Mi mano iba y venía de su cara mientras el muy marica sollozaba un balbuceo – pblisss… pblisss-. Le hubiese arrancado la lengua con tal que se callara y me dejase terminar la faena. Estaba molido el muy cerdo.

Tres hombres se necesitaron para que lo soltara. Estaba exhausto.

Me senté nuevamente al lado de Samantha para ver como revivían al muy patético. Me di un par de puntas de coca y note que ese subnormal me había arruinado la camisa. Lo hubiese reventado, pero esta vez fue la chica quien me pidió que no lo hiciera. Y no tenía ganas de contradecirla.

La velada había acabado.

En la huida el coreano llevaba al perdedor sobre su hombro. Una fucking niña de papá con aires de Dorothy volvió llorando por Samy. Ella negándose le dio una bofetada y dijo - I will stay with him-. Se volvió sobre mi cuerpo y me besó.

Solo podía pensar mientras la llevaba a mi cuarto, que es cocaína como se dice amor en todo el mundo. Y esa noche si que estábamos duros de amor.



J.F

Robots & Donuts by Eric Joyner








Junkies Promise


Photographie Animale 8 by Raphos

La luz se reflejaba en los ojos de Pamela al otro lado de la mesa. Intentaba controlar su pelo para esnifar otra línea de cocaína. Parecía volverse más hermosa cada vez que erguía su cuello para facilitar el transito del polvo hacia su conciencia, o mejor aun, cuando el dorso de su mano repasaba su nariz en busca de algún excipiente que la delatara. Claro, no le importaba, pero repetía el acto mecánico heredado de su primer paso por la Rehab. Podía conseguir una coca de la puta madre en ese sitio, pero ni pensar en exhibirse con la nariz blanca, a menos que quisiera pasar otra temporada rodeada de esos imbéciles que ni siquiera podían decir su nombre sin babear, pero que hubiesen recitado a Auden con tal de recibir otra dosis de heroína.

Esa noche no habían más estúpidos que los por ella escogidos. Y no los soportaba. Lo único que hacia resistible su incesante balbuceo de metamierda, era tener la seguridad de poder desfigurar a alguno si se pasaba de listo. Más bien, la esperanza de que alguno intentara atizarme un jab y así romperle el rostro sin ningún remordimiento. Pero no paso. Seguía ahí sentado, esperando que la muy puta se levantara, acercara el tubo a mi nariz y me dejase aspirar un poco de su cuerpo.

Ella seguía entreteniendo a las bestias. De vez en cuando me miraba, y yo también lo hacia. Sabía perder mi atención entre la gente, y terminar el trabajo con esa sonrisa fría que me ponía enfermo. Me hubiese cortado un brazo por estar al lado de ella. Saborear la nicotina acumulada en la comisura de sus labios hasta cansarme. Tomar su mano sudorosa y llevarla lejos. Lejos de esta violencia que nos aprisionaba al desencanto, lejos de los recuerdos que nos ataban a la cordura, lejos del fucking miedo que me impedía decirle que huyéramos más lejos que a la mierda. Lejos.

Las horas parecían dispares en la indiferencia.

El más cretino de todos intentaba convencerme con su tesis de que a Freud le gustaba más chupar vergas a que se lo tiraran por el culo. Por mi le hubiese descargado una .50 al muy hijo de puta, hasta que oliera a Minnesota. A él y a su jodido Freud. Pero Pamela tenía otros planes. Me dijo al oído que la siguiera al tocador (si, la muy siútica insistía en su llamar tocador al meadero), que tenía algo especial guardado para mí. Como en una revuelta, todas las ideas se amotinaron en mi cabeza secuestrando la respuesta. Ella sonrió. Tomándome del brazo se abrió paso entre la turba hacia el cubículo, y yo no podía hacer más que seguirla a ciegas a encontrar mi suerte. El habitáculo era del infierno. Un enjambre de mosquitos de peleaban el espacio aéreo sobre el W.C, mientras ella reposaba su cuerpo junto al mío.

Desde mi perspectiva solo podía ver su cabeza inclinada, sus manos en el ir y venir de una preparación más que frenética, mientras su inestabilidad insistía en aplastar su turgente culo contra mi masculinidad. Sudaba como un sentenciado. Lo que estuviera haciendo tendría que ser increíble, aun más maravilloso que lo que estaba pasando en mi cabeza, donde levantaba ese vestido y a la mierda con su sorpresa.

Pamela al fin se decidió a dar la vuelta, acercó su cara a la mía y me dijo con voz de quinceañera excitada que si quería una coketa. Había vivido un tiempo en Centroamérica, por lo que deduje una coketa sería un muy placentero, y a estas alturas medicinal Blowjob. Lo último que recuerdo es haber esnifado esa mierda.


Los diarios titularon con todos los sinónimos de brutalidad que sus comadiabéticos diccionarios soportaban. Algunos dijeron que esto era obra de un chacal, o de desequilibrado que mataba por placer. El hecho es que Pamela había muerto bajo las manos de algún hijo de puta, que tras violarla y descuartizarla, se dio el la maldita tarea de repartir sus miembros por la ciudad. Como si se tratara un macabro niño mimado jugando al escondite.

No podía creerlo, era imposible. La resaca avanzó ganando espacio entre mis dudas hasta noquearme.

Esa misma tarde llegó la policía a mi departamento. No alcancé a abrir la puerta, cuando dos Heckler & Koch apuntaban mi cabeza. Me golpearon hasta la inconciencia mientas me llamaban conchetumadre cobarde.

Desperté en el calabozo de aislamiento de la penitenciaria. Según me informó el fiscal, habrían encontrado la cabeza de Pamela en la cajuela de mi Obsidian, y mi ropa, con su sangre, en la lavandería del condominio.

No lo podía recordar.

En el juicio se probó que era culpable de homicidio con alevosía y ensañamiento, que había actuado premeditado, con extrema brutalidad y frialdad. La prueba clave fue el papel encontrado en mi ropa, escrito por mi letra según el perito caligráfico, y con la sangre de Pamela según el informe de ADN. El papel se reducía a repetir muchas veces PUTA DE MIERDA.

Ahora que debo esperar mí comparecencia ante la muerte, y que el tronar de los percutores me sentencien por última vez, recuerdo lo último que le dije: Ninguna puta pendeja me va a enseñar a disfrutar mi ketamina.


J.F


Mikael Kennedy Polaroid













Neon Bible (2007)


Segundo disco de los canadienses Arcade Fire que entre la rabia, la angustia, y un sonido épico, juegan a mostrarnos un universo total y absolutamente reflexivo.

Grabado en una iglesia del siglo XIX en Montreal (reacondicionada por estos chicos), Neon Bible es lejos uno de los mejores discos de Indie (post-punk) que he escuchado, y si David Bowie los apadrina, es por que algo bueno están haciendo estos lolos!!

Total y absolutamente recomendable!

Puedes ver el video clip online interactivo de Neon Bible aquí.



Track List.


1. "Black Mirror" – 4:13
2. "Keep the Car Running" – 3:29
3. "Neon Bible" – 2:16
4. "Intervention" – 4:19
5. "Black Wave/Bad Vibrations" – 3:57
6. "Ocean of Noise" – 4:53
7. "The Well and the Lighthouse" – 3:56
8. "(Antichrist Television Blues)" – 5:10
9. "Windowsill" – 4:16
10. "No Cars Go" – 5:43
11. "My Body Is a Cage" – 4:47


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